domingo, 20 de febrero de 2011

El tango por los ojos entra

 Hoy, 29 de febrero, en el suplemento Radar del diario Página 12, una nueva nota sobre mi último libro Tango, una pasión ilustrada, escrita por Mariano del Mazo. Los invito a que la lean.http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-6842-2011-02-20.html

lunes, 14 de febrero de 2011

Posgrado de tango

Desde el año 2008 dirijo un seminario virtual en Flacso llamado HISTORIA SOCIAL Y POLÍTICA DEL TANGO ARGENTINO. Es este mi tema de investigación sobre el género, sobre el que vengo escribiendo desde el año 2005. 
El curso de Flacso tiene como principal objetivo el vincular la historia del tango con la historia social y politica argentino. Es decir, situar al tango en las condiciones históricas que le dieron origen y que permite explicar sus tranaformaciones. No se trata, entonces, de hacer una enumeración de las producciones del tango ni de volver a repetir lo que tantas veces ya se ha dicho. La propuesta es pensar al tango como una expresión cultural que no puede tener sino en la historia argentina su raíz. Por ello, importan más las discontinuidades que tiene el tango que las biografías de sus músicos y poetas. 
Ya está abierta la inscripción para la cohorte 2011 que comienza en el mes de abril. Los invito, entonces, a leer la propuesta y a participar de este curso.
Para quienes tengan interés, pueden ingresar a http://www.flacso.org.ar/formacion_posgrados_contenidos.php?IDPC=2&ID=166

lunes, 31 de enero de 2011

Sobre Tango, una pasión ilustrada II (Revista La Nación)


Ritmo, letras y color es el título de esta nota escrita para la revista del diario La Nación sobre mi último libro, aparecida el domingo 23 de enero de 2011. En http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1343686

martes, 7 de diciembre de 2010

El tango en el extranjero



La historia del tango va asociada, necesariamente, a la historia política y social argentina. Su origen, sus producciones y sus discontinuidades dan cuenta de los diferentes procesos que se dan en el seno de la sociedad en la que surge y se expande. La relación centro-periferia, la importancia del vínculo de la Nación Argentina con las metrópolis culturales de occidente (primero París y luego Nueva York) también se pone de manifiesto en los distintos períodos del tango. Del mismo modo que para el arte culto, el tango encuentra en el extranjero su modo primario de legitimación y despliegue.
Publicada en Ensemble, Revista electrónica de la Casa Argentina en París, Año 2, Nº 4.
Ver en http://ensemble.educ.ar/?p=1241

lunes, 15 de noviembre de 2010

La incomodidad de ser peronista (parte dos)

Mordisquito dice su discurso como un empirista lógico: “¡Mirá! ¡Yo puedo negar todo, vos podés negar todo!... ¡Todos podemos negar todo!... Pero hay algo que no se puede negar: la evidencia”. Son los hechos, lo que se ve, irrefutable para Discépolo, la realidad es una y sobre esa idea sostiene cada uno de sus discursos radiales. Que no hay ambigüedad si lo que está enfrente tiene una materialidad innegable, si todo pensamiento es abstracto y no alcanza para oponerse al testimonio de los hechos. Entonces la verdad aparece sin maquillaje, sin mediaciones, y se impone sin necesidad de ideología alguna. No hay que creer, hay que ver: la política de Perón es real, está ahí, a la vista, en el voto femenino, en el aumento de los salarios, en la propina que reciben los mozos; incluso en los nombres de los barcos. La contrastación del gobierno es el mundo, “la realidad efectiva”; no una entelequia sino lo que sucede, lo que tiene comprobación sensible: al mundo de realizaciones peronistas se lo ve, se lo oye, se lo toca, se lo vive. No es un problema de adecuación teórica sino una premisa de carácter empírico, tan irrebatible como los enunciados de la ciencia y tan verdadero como “mirar con las manos, tocando la realidad, que también es un estilo sin engaños. ¿Me entendés ahora?, no necesito ni quiero hablarte de teorías. Yo no te la vengo a contar. Te la señalo con el dedo. Te muestro las cosas que están ahí, de pie, sólidas, evidentes, al alcance de cualquier miopía. Por eso te pido que mires y reflexiones, nada más”.



Ofrece el mundo como prueba y su palabra radial como espejo de la verdad. Esta es su apuesta, la misma que tuvo en sus tangos: reunir su voz con la verdad, ser testigo de las cosas tal como son, describir, atravesar los hechos, las sensaciones, la experiencia íntima; jugar el juego de lo que es cierto, como en cada una de sus composiciones, aunque resulte vergonzoso para el alma. Discépolo llega a la radio para hacer “Pienso y digo lo que pienso” con la misma voluntad de verdad que en toda su obra. Ese es su capital, el cargar con la verdad aunque resulte importuna. Por eso sus tangos pesan, porque la poesía tiene un ancla en la verdad y cuando transita por la canción arrasa la tierra entera, la existencia entera: es interpelación, incomodidad, desnudez brutal, desenmascaramiento. Pesan para todos: el indignado, el atorrante, el hombre de negocios, el que recién llega, el que dice que estuvo siempre, el que llora, los que nunca se ríen, un albañil, el capataz de ese albañil, el que espera. Todos encuentran en las letras de Discépolo una verdad que hay que escuchar y repetir una y otra vez. Porque es la Verdad misma, que lleva mayúsculas, “oigo a mi madre aún, la oigo engañándome, porque la vida me negó las esperanzas que en la cuna me cantó”, lo mismo para todos, el mismo abismo y la misma sensación.
Discépolo es la crudeza de la verdad en cada una de sus canciones, en su aspecto de hombre débil, en la risa grotesca y existencial, en su voz nerviosa. Pero con Mordisquito su palabra no soporta el mismo énfasis y de alguna manera fracasa. Entonces Discépolo se hace otro, intolerable, vendido, demagógico, fatigoso, irritante. Porque la verdad y los hechos políticos tienen otro registro que la verdad de la existencia, otro aval, se ponen en juego otros puentes y otras condiciones. Haber llegado con el peso de la verdad popular dicha en sus tangos, llegar con su silla de rey y su condición de arlequín, ser cómplice del mismo dolor de amor, del mismo descarne expuesto en sus tangos Cambalache, en Qué Vachaché, en Yira…Yira…, “que todo es mentira…, que al mundo nada le importa”, toda esa desesperanza a la vista, esa sospecha para todo lo que viene de la realidad; llegar con esa mirada de confidencia y ese traje de prevención y ahora, con Mordisquito, exigir la aceptación del mundo de Perón como cierto, no fue visto sólo como una mentira sino además como traición.
Es un contraste de verdades, un cambio de estatuto y, de allí que, de sus tangos al ciclo radial, Discépolo sea otro. Porque el enunciado de la verdad existencial es anónimo; en cambio el del discurso político tiene cara, la de Perón, la de Evita, la de un ministro, la de cualquier peronista. Y es intolerable para esta necesidad de verdad sin rostro que el que hable sea el mismo Discépolo, que había mostrado el lado oscuro de cada quien y que, con Mordisquito, se hace no sólo visible sino obsceno, porque toma partido, porque describe una realidad en la que cree, que la dice exaltado y la defiende. Por eso esta palabra radial es vista por muchos tan críticamente. Para algunos, Mordisquito era una infección que contaminaba todo su cuerpo y entonces quemaron sus discos, le negaron el saludo, lo insultaron, lo acusaron de haber vendido su alma, escupían, lo denigraban con indiferencia: Discépolo era un traidor que merecía el suplicio. Para otros, era necesario amputar su error político para intentar salvar a Discépolo de lo que él mismo dijo: si aceptó hacer este ciclo, dicen, es por su debilidad, porque era un títere del tirano, porque se confundió, por lo que sea, no importa. El asunto era sacarlo de allí y volver a ponerlo como apóstol del dolor y la desgracia, como el que encabeza la lista de los indignados porque la realidad argentina es un cambalache y todo es lo mismo. El tango debe mantener su asepsia política, eso dicen, que Discépolo es el tango y tiene que estar al margen del poder, sin contaminarse. Lo diseccionan, lo dividen, lo que es conveniente y lo que no, la parte que nos gusta y la que hay que dejar de lado. Como si eso fuera posible.